Atze Schröder

¡El Salvador está aquí! Por fin. Queremos ser redimidos porque todos somos culpables: el consumo, las vacaciones, la fiesta, las drogas, Netflix y el Bayern de Múnich no nos liberan definitivamente del permanente sentimiento de impotencia. Siempre estamos en el lado equivocado, aunque queramos hacerlo todo bien.

Un buen clima, paz duradera y tortitas para todos, pero ¿cómo? La ONU y Disney+ tampoco saben qué hacer. Incluso el Dalai Lama no quiere renacer y ha decidido renunciar a la última temporada.

¿Qué hacer? ¿Qué ayuda? ¿Quién trae la salvación? No tema. Atze Schröder vio la zarza ardiente en su lecho y lo supo de inmediato: ¡Soy el nuevo Mesías! ¡El salvador! Acepta sin miedo el encargo y firma por otros tres años. Aleluya, alabado sea el Sr. Schröder. Se sube al escenario, extiende los brazos y grita: "Echadme a mí vuestros pecados, yo cargaré con vuestra culpa". Así, cada representación se convierte en el Arca de Noé, e incluso los animalitos reciben una invitación para la cena del capitán en el crucero hacia la salvación.

Atze Schröder nos redime del mal en su programa. Nos lleva en un viaje despreocupado, libera al público de la carga del zeitgeist y convierte nuestros puntos de venganza en buen karma. Dos horas de indulgencia, dos horas sin culpa, dos horas con la agradable constatación: ¡Sí, está aquí, el Redentor!